lunes, 28 de septiembre de 2009

Tres pensamientos

Dale


Tres pensamientos rondan mi mente en este momento, o más bien, tres eventos recientes. Dos lecturas y una amiga. Una lectura viene al caso por la conmemoración del bicentenario de la independencia y la otra es un artículo genial que recibí la semana pasada. La amiga viene al caso por ser mi amiga solamente.

1.He estado leyendo acerca de los festejos del bicentenario de la independencia y la idea regente, por lo menos de los artículos que he leído, es que realmente no hay mucho qué festejar, o en otras palabras, los festejos que realizamos la noche del 15 de septiembre simplemente no conmemoran nada real, nada pasó esa noche de 1810, nadie gritó consignas y no comenzó una guerra o revolución, no nació un país, comenzó, eso sí, un proceso que eventualmente terminaría en la independencia de los territorios de la Nueva España y la llegada al mundo de algo nuevo: México.

2.Esta idea de “la llegada al mundo de México” la ligo ahora con la otra lectura, la de un artículo de hace unos años de Hernán Casciari, corresponsal de “El País”, en el que habla de la edad (y el comportamiento) de los países en términos humanos. El método a seguir es aplicar lo que él llama el “sistema perro” (aquel en el que, para saber la edad en términos humanos de un perro, se multiplican sus años de vida por 7), que consiste en dividir entre 14 los años de vida de un país para saber cuántos años tendría si fuera un humano. Los ejemplos son muy buenos. Tenemos así que:

“Argentina nació en 1816, por lo tanto ya tiene 190 años. Si lo dividimos entre 14, Argentina tiene “humanamente” alrededor de 13 años y medio, o sea, está en la edad del pavo […] Es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de acné […]México también es adolescente, pero con ascendente indígena. Por eso se ríe poco y no fuma ni un inofensivo porro, como el resto de sus amiguitos, sino que mastica peyote, y se junta con Estados Unidos, un retrasado mental de 17, que se dedica a atacar a los chicos hambrientos de 6 añitos en otros continentes”

Más allá de lo cómico del comentario está algo que puede ser real (no me refiero al retraso mental de Estados Unidos… no lo niego rotundamente, sólo no me refiero a eso) y es la característica “juvenil” de los países latinoamericanos.

3.La idea que terminó por englobar estos dos eventos fue una reunión furtiva con una entrañable amiga de mi adolescencia. El sábado por la noche estuve en su casa hablando de amores, desamores, decisiones, apatías, miedos, motivaciones, fobias y filias y muchos temas más pero que cayeron todos irremediablemente en una pregunta: ¿quién eres?

Después de andar cierto tiempo por este mundo uno descubre (con algo de empeño y un poco de suerte) que la vida se trata de decisiones, pero que esas decisiones tienen que ser tomadas por alguien en específico: uno mismo. Y para saber qué es lo que uno quiere (y en consecuencia tomar las decisiones que más nos convengan), uno tiene que preguntárselo. Pero también tiene uno que responderse a uno mismo. Esta dinámica nos da una identidad y una finalidad y a partir de estos dos elementos podemos comenzar a tomar nuestras propias decisiones y construir la vida que queremos, no la que “nos toca”, o la que alguien más decida. A partir de este punto podemos saber nuestro valor exacto, las razones reales por las cuáles valemos lo que decimos valer. Este es el punto en el que se encuentra mi entrañable amiga de la adolescencia, y creo que el camino que tiene delante de ella puede llegar a ser duro, doloroso y amargo pero también brillante, reconfortante, alegre y valioso.

Pero qué pasa con un país adolescente “con ascendente indígena que se ríe poco y no fuma ni un inofensivo porro” que conmemora eventos fundacionales que no existieron, que funda sus creencias en mitos que se acercan poco a la realidad. Mi diagnóstico es que dicho país crecerá sin identidad. Creo que México carece de una identidad nacional fundamentada en hechos reales y admirables, que los hay.

¿Qué es México, qué implica ser mexicano, quiénes somos, quiénes no somos? A tan corta distancia de cumplir otro siglo de vida, creo que son preguntas pertinentes que debemos buscar responderlas para poder saber qué tipo de país o nación hemos sido, somos y podremos ser. Considero que, como las personas, si como nación no somos capaces de explicarnos nuestra identidad en hechos reales, no podremos alcanzar los niveles de desarrollo que necesitamos.

Dejo la pregunta al aire: ¿quiénes somos?

Don Rafa