lunes, 30 de noviembre de 2009

La Música

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¿Y si se pudiera cambiar el mundo con arte? Ciertamente el arte ha cambiado con el mundo, las transformaciones históricas han ido de la mano con transformaciones en el arte. El Renacimiento nos hizo notar que también el hombre importa, que de hecho podía ser el protagonista de la Historia, de la vida, de la redención, de la libertad y en consecuencia, del arte. Pero, ¿puede influir de la misma manera el arte a las transformaciones del mundo?

Creo que sí. Lo creo en el sentido religioso de la frase. Creo en el arte. Creo en él como herramienta para entender el mundo, para expresarlo, para resumirlo, para contarlo, para sintetizarlo, vivirlo, sentirlo, amarlo, trascenderlo y también cambiarlo. En especial creo en la música.

Es por esta fe en la música que hoy quiero mirar un poco hacia otros espacios, otros lugares de donde podamos obtener más que información, inspiración. Es importante la información, la frustración, la molestia y la acción, pero también es importante esa otra parte del ser humano que siente y expresa, que nos mantiene sensibles y atentos al mundo. Por eso hoy escribo de la música. De lo que significa para mí.

Los seres humanos hemos recurrido a la música para comunicarnos con el mundo, con los dioses y con nosotros mismos. Cuando algo es muy bueno solemos decir que es música para nuestros oídos. La música nos trae recuerdos y nos puede inspirar. En todas las religiones, una de las formas más eficaces de comunicarse con lo sobrenatural es siempre la música, ya sea la repetición constante de un ritmo para entrar en trance, el sonido de muchas voces entonando la misma oración, tambores frenéticos, caracoles marinos, todos estos instrumentos musicales son medios de acceso a lo divino. La música, como otras artes, expresa al mismo tiempo la naturaleza humana y la creatividad inexplicable. Leibniz decía que la música es un ejercicio aritmético del alma, sin que ésta sepa lo que está contando, ciencia, improvisación y creatividad al mismo tiempo. La música puede unirnos en una sola e inexplicable intención de paz y bienestar. En un legendario concierto en tiempos de guerra civil en Jamaica, Bob Marley juntó las manos de Michael Manley y Edward Seaga, dos contrincantes políticos. La música puede dotar de sentido la experiencia humana en el mundo. En “El crepúsculo de los ídolos”, Nietzsche escribe categórico: sin la música, la vida sería un error. La música a veces explica el sentido y la trascendencia de los acontecimientos mejor que las palabras o las imágenes. El 11 de noviembre de 1989, en Berlín, el músico ruso Mstislav Rostropóvich se sentó con su violonchelo a un lado del muro, derribado apenas dos días antes, para dar un concierto improvisado interpretando la suite número 2 para violonchelo de Bach y emitir una declaración musical en contra del totalitarismo y la intolerancia que lo tenían exiliado.

En mi experiencia personal, la música ha llenado de significados mi vida. Podría describir las etapas de mi desarrollo con canciones, un soundtrack de la vida, con todas sus perspectivas y todos sus matices. Mi infancia suena a Silvio Rodríguez, Timbiriche, Burbujas, Caifanes, Tracy Chapman, REM, The Cure, Franco, Pandora, Toto, Mocedades, Genesis, Phill Collins y Peter Gabriel entre muchos otros. Mi adolescencia suena a U2, Pearl Jam y el grunge, Metallica, Ben E. King, The Cranberries, Counting Crows, la clave de Fa, Portishead, RHCP, Alice in Chains, Aerosmith, Blind melon, Beck, Collective Soul, NSync, Oasis, Blur, Susana San Juan, Soda Stereo, El Recodo, Vicente y Alejandro Fernández, Limp Bizkit, Jamiroquai, y otros tantos más. Mi juventud sigue sonando tan variada como mis otras etapas, redescubrí felizmente a Beatles, Pink Floyd y al Jazz de mis mayores, sigo creyendo en el rock, en el blues, en la trova, en el hip hop, en la electrónica, en el jazz, en el norteño, el pop, el mariachi, el tango, la salsa, las mezclas de géneros y la música clásica como elementos y herramientas de inspiración, guía, confort, paz, pero sobre todo de cambio, tan necesario en estos momentos críticos por los que atravesamos. Tal vez si recordamos la forma en la que la música nos une podemos pensar en un futuro para todos. Tal vez.

Y para ustedes ¿cómo suena la vida?

Por cierto, hoy no hay links pero sí un fragmento de Rayuela, de Julio Cortázar que viene al caso perfectamente.

…todo eso en una música que espanta a los cogotes de platea, a los que creen que nada es de verdad si no hay programas impresos y acomodadores, y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo por todas partes con el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizá había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizás había otros caminos, y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombre porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues, etcétera, etcétera.




Don Rafa