domingo, 28 de febrero de 2010

Perdiendo Ciudad

¡Alza la voz en tu muro!


Estamos perdiendo la ciudad. Esto lo vengo pensando desde hace meses.
Desde hace ya algunos años decidí usar el carro sólo para lo indispensable, lo que pudiera hacer en transporte público o de otra forma lo iba a hacer. Entonces mi idea era contaminar lo menos posible con el uso del automóvil. Con el paso del tiempo comencé a disfrutar mis trayectos mucho más que antes. El hecho de trasladarme sin tener que preocuparme por una palanca, tres pedales, tres espejos, semáforos, nombres de calles y otras personas, a pie, en bicicleta y en sus coches, me dejó tiempo para empezar a ver la ciudad de otra forma, empecé a interesarme por la arquitectura de las zonas por donde pasaba, observar a la gente caminando, comprando cosas, platicando, manejando, trabajando y pasando estimulaba mi interés sociológico y antropológico lo mismo que al ocio. Muchas veces viajo atento al exterior, haciendo mapas mentales de las rutas por las que voy, otras estoy atento al interior, pensando las cosas que tengo que pensar. Por supuesto que no todo es hermoso usando el transporte público, uno tiene que preocuparse de otras cosas igualmente estresantes, especialmente en ciertas rutas y ciertas zonas. Pero en mi caso, el uso cotidiano del transporte público, el transporte de la mayoría de las personas de la ciudad, me hizo darme cuenta de algo: la ciudad es mía. Es mía como es de todos, pero siento ahora que me pertenece y le pertenezco.
Pero al parecer esto es algo que no sólo yo había olvidado o pasado por alto. El hecho de darme cuenta que no sabía que la ciudad era mía me hizo reflexionar en las consecuencias de pensar así y que tal vez esa es una de las causas por las que, creo yo, estamos perdiendo la ciudad. Si no siento que la ciudad es mía, que lo que le hagan a la ciudad me lo hacen a mí y a las personas que vivimos en ella, entonces ¿a quién le pertenece, a quién le afecta lo que suceda en la ciudad? Solo a unos pocos que se han dedicado a apropiarse de ella y que toman las decisiones en esta ciudad y, extrapolando el ejemplo, en el país.
Me explico. Cuando digo “ciudad” me refiero a un espacio público físico, el lugar que muchas personas compartimos por un tiempo. Pero también me refiero a un espacio político, donde las intenciones de los que vivimos compartiendo el lugar se mezclan y se convierten en acciones colectivas. Cuando las personas dejamos de identificarnos o sentir como nuestro este espacio (por desinterés, ignorancia, arrogancia, etc.) entonces dejamos de participar. En consecuencia un espacio de participación, de decisión, de poder queda libre para que alguien más lo tome. Si muchas personas nos desentendemos de nuestras responsabilidades, es decir, de nuestro poder, alguien más lo tomará y la ciudad, que nos pertenece a todos, comenzará a ser propiedad de unos pocos. Éstos, generalmente, concentran el poder para mejorar sus condiciones de vida de forma radicalmente distinta a la del resto de los ciudadanos, a quienes, increíblemente, no nos importa.
Cuando no nos indigna que las cañerías no sean eficientes y nuestras calles se inunden y caminar por ellas se convierta en una actividad que pone en riesgo nuestra vida, cuando no nos importa que las calles, las banquetas, los señalamientos, los puentes y las unidades de transporte público estén en buenas condiciones perdemos poder, perdemos ciudad y en muchos sentidos, perdemos oportunidades de mejorar nuestra calidad de vida. Cuando dejamos que se talen árboles sin ninguna razón aparente, que se construyan obras viales injustificadas, cuando tiramos o dejamos que se tire basura en la calle, cuando nos molestamos porque los peatones o bicicletas quieren cruzar la calle por donde vamos manejando, cuando en una lluvia manejamos sin pensar que hay personas a pie y por lo tanto debemos ir más lento para no mojarlos aun más, estamos reafirmando que la ciudad no es nuestra ni de nadie, y que por consecuencia, no tenemos por qué compartirla o cuidarla y perdemos ciudad.
Alguien más la gana. La mayoría perdemos.
Les dejo ahora un comentario de Oscar Patsi, reconocido ciclista barcelonés que habla sobre la movilidad en Guadalajara. Este hombre habla bien claro y seguro que a muchos les caerá mal, pero lo que dice es cierto. Tomado de Ciudad Para Todos, un colectivo bien chido.