lunes, 26 de octubre de 2009

Frustración y Molestia

Mándalo al Facebook


No puedo dejar de sentir frustración y molestia en estos días. Molestia por la forma en la que ha venido actuando nuestro gobierno y frustración por la forma en la que los mexicanos hemos venido actuando desde hace décadas.
Hoy leí algo que, aunque ya sabía o presentía, me reafirmó la frustración y la molestia. Lo que leí fue un artículo de Moisés Naím para el diario El País que se titula “México, no; Brasil, si” y en el que describe cómo, en la década de los noventa, México era visto como el país más prometedor de América Latina, en contraparte con Brasil que se le observaba como un país de cuyo atraso iba a tardar demasiado tiempo en poder recuperarse. Tan sólo después de casi una década los papeles se invirtieron y somos nosotros, los mexicanos, los que vivimos en un país que se encuentra, según este artículo, francamente atascado, sin crecimiento, sin liderazgo, sin posibilidades claras, con gobiernos ajenos a los gobernados, empresarios sin un mínimo compromiso social, sindicatos corruptos o que solamente son aparentes, partidos políticos vacíos, medios de comunicación que no cumplen su función primordial de informar y un triste etcétera . Yo agregaría la ausencia de una sociedad civil, no me refiero a organizaciones civiles sino a que nos hace falta una sociedad que sea verdaderamente civil, con valores cívicos que a fin de cuentas es de lo que está hecho un país o una nación.
Junto a todo esto nos encontramos que, además, debemos de pagar cada vez más por poder vivir en este suelo en el que nacimos, crecimos y vivimos o sobrevivimos pero que indudablemente, muchos de nosotros, todavía amamos.
Y es que Naím tiene razón, perdimos el rumbo, o tal vez nunca lo tuvimos suficientemente claro, como sea, la situación actual de México debería de ser una afrenta, un insulto a cada uno de nosotros, deberíamos de estar increíblemente molestos, evidentemente molestos. Pero no es así, los mexicanos, al parecer, todavía podemos aguantar más agravios, más ofensas y seguir esperando (quejándonos, eso si) que algún día, gracias a Dios (o al PRI o al PAN o al PRD o algún caudillo), el gobierno cambie.
Pero ¿qué hacer como individuo para que nuestra situación cambie?
Esta pregunta nos mantuvo, a tres de mis grandes amigos y a mí conversando hace unos días, y lo que pudimos pensar son dos cosas, dos primeros pasos: informarse y enojarse.
Un pueblo ignorante será siempre un pueblo sometido, no hay excepción. Un pueblo pasivo e ignorante será un pueblo esclavo, no importan las leyes que aseguren la libertad de las personas, si uno no lucha por esa libertad, día a día, nunca será efectiva. La información y el conocimiento cambian todo, la perspectiva desde la que nos encontramos con los hechos definirá nuestros actos. Pero nada puede cambiar si no sabemos que las cosas pueden ser distintas. La información, lo repito, hace la diferencia, cambia nuestra visión y nuestras acciones y nos abre puertas que antes simplemente no sabíamos que existían. El enojo debería de venir con la información. Cuando supe que un diputado federal gana al mes, con sus prestaciones, alrededor de doscientos mil pesos, lo que yo sentí fue enojo, lo mismo que sentí cuando descubrí que un ministro de la Suprema Corte de Justicia gana medio millón de pesos al mes. Si a esto le agregamos el alza a los impuestos, el enojo se va convirtiendo en ganas de no volver a dejar que estas cosas sigan sucediendo.
Así que esto es lo que tengo en la mente, frustración y molestia y por eso busco y divulgo información y promuevo el enojo, les dejo tres links, dos de información y uno a manera de arenga. El primero es de la cámara de diputados, para informar sobre lo que ganan quienes acaban de legislar un aumento en nuestros impuestos. El segundo es de la página de la Suprema Corte y ahí podrán encontrar cómo gastó el Poder Judicial su presupuesto el año pasado y si se ponen curiosos podrán encontrar 962 choferes de funcionario además de los 113 choferes en general y muchas más cosas entretenidas. Por último una parte de una película de 1976 que se llama “Network” y que por las cosas que dice y plantea podría ser de ayer.
Ahí me cuentan qué encontraron y si se enojaron o todavía aguantan más.