miércoles, 15 de diciembre de 2010

¿Qué hace uno?

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¿Qué puede hacer uno frente a una situación tan violenta como la que vivimos donde dos grandes estructuras se encuentran enfrascadas en una lucha que nos deja a nosotros como espectadores sólo con la esperanza de no estar en el lugar y momento equivocados y perder la vida, las pertenencias, la salud, el trabajo, los ingresos, la esperanza? Quiero imaginar que más de uno queremos cambiar esta situación y vivir en un país más pacífico, con mayor desarrollo, más democrático, que dé mejores servicios por los impuestos que nos cobra el gobierno, con una economía fuerte e incluyente y sin el estigma del narcotráfico, la violencia y la corrupción incrustado en nuestra identidad. Tal vez otros son más atrevidos y se imaginan un mundo sin contaminación, con educación suficiente, actual, integral y gratuita, un mundo en el que uno se pueda mover fácilmente, en el que uno se pueda comunicar fácilmente (o gratuitamente), en el que los productos que consumimos provengan todos de industrias amigables con el medio ambiente y socialmente responsables, que cualquier trabajo dé para vivir la vida en una forma decente y decorosa y muchas cosas más. Seguramente hay mucha gente así.

Pero si existe gente así, entonces ¿por qué el mundo sigue siendo como es y no como debería? Porque no hacemos nada para que nuestro sueño se haga realidad. Bueno, y ¿qué puedo hacer para que se haga realidad, tengo que marchar, bloquear avenidas, hacer plantones?  No necesariamente, creo que nuestra responsabilidad con el mundo que queremos tener consiste precisamente en generar las condiciones para que se dé. En el fondo de la clásica queja de “pues es que yo como ciudadano común y corriente no puedo hacer nada para cambar las cosas” subyace una pasividad y una aceptación de la realidad, un sometimiento al contexto (agresivo) que da miedo. Y lo que más me da miedo es que lo escucho cada vez con mayor frecuencia y con mayor convencimiento. Todo está mal pero no se puede hacer nada.

¿Qué tal si analizamos un poco esta última frase? Saber que todo está mal y al mismo tiempo saber que no hay forma de mejorar me parecen un par de ideas que separadas son dañinas pero que juntas simplemente no tienen ningún sentido. ¿Qué sentido tiene vivir la vida si solamente existe un camino para hacer las cosas (“no se puede hacer nada”) y ese único caminó no te deja hacer las cosas que quieres (“todo está mal”)? Como para qué seguirle, ¿no?

Estoy de acuerdo en que cambiar las estructuras es muy difícil. Cambar la institución del Estado es una tarea casi imposible para una persona y es una tarea ardua y prolongada para una sociedad. Cambiar el poder del narcotráfico es un suicidio para una persona y es una tarea ardua y prolongada para una sociedad. Si ya lo notaron, la clave está en los números y la perspectiva. Uno no puede hacer gran cosa. Muchos pueden crear un cambio. Esto lo hemos sabido toda la vida pero creo que no nos hemos enterado de que verdaderamente está ahí la diferencia.

Concluyo con una idea discutida recientemente sobre el poder y su influencia en nosotros. Yo no puedo cambiar al Estado ni puedo detener la violencia del narco. Pero si me pongo creativo puedo encontrar un punto suficientemente libre para mí. Puedo sembrar marihuana y fumarla, de esa forma no estoy sujeto ni a la violencia del narco ni a la coerción del Estado. Tal vez no pueda cambiar esas estructuras violentas y coercitivas pero sí puedo cambiar mi actitud respecto a ellas y puedo comunicar esta actitud de formas más creativas que plantones o marchas. He visto gente que dibuja en la calle pasos peatonales que no existen, he visto personas organizarse para decir en video lo que piensan de la situación actual, he visto listones negros en cientos de pulseras que declaran que ya no queremos más violencia en México, he escuchado canciones que critican la realidad y estimulan la mente para renovarla, he leído artículos que pretenden informar a la sociedad sobre los abusos de los que son presas para que por lo menos demostremos indignación y podamos pedir y buscar una retribución. Respuestas hay muchas siempre y cuando nuestra perspectiva sea la de hacer algo, verdaderamente hacer algo y no el clásico discurso de la apatía ciudadana que solamente se queda en “¿y yo que puedo hacer?” justo antes de bajar la cabeza y resignarse a vivir sin sentido. ¿Qué puedes hacer? Primer paso, informarte de lo que puedes hacer, y si nade te responde, genera una respuesta.  Lo demás lo decides tú.